Reflexión y visiones acerca del arquetipo representado por esta lucha entre Arcángeles, que puede ser interpretada desde diferentes perspectivas y planos de conciencia.

Como mi segundo nombre es Miguel, siempre tuve una preferencia especial por el Arcángel Miguel, sintiéndolo como muy cercano y relacionado conmigo. Cuando tomé el curso para graduados del Método Silva, nos propusieron un ejercicio en el que nuestros consejeros (personajes para facilitar el diálogo interior) nos hacían un regalo sorpresa. Para mi sorpresa, lo que a mí me regalaron fue un ángel en un pisapapeles, para recordarme lo que yo era en mi interior. Yo les pedí permiso y lo convertí a tamaño natural y real para que fuera mi tercer y más importante consejero, como una especie de “alter-ego” que años más tarde podía invocar en cualquier momento y sentirlo dentro de mí cuando necesitaba ayuda para dar lo mejor de mí mismo en lugar de reaccionar de manera destructiva o inconveniente.

Siempre que en alguna iglesia veía la imagen de Miguel me quedaba un rato contempládola, y en algunas ocasiones sentía que me contaba cosas. Quizá la imagen que más me impresionó fue un cuadro que ocupa una pared completa en el Museo de Bellas Artes de Munich.

Para mí Miguel siempre fue un gran protector de toda la Humanidad, de todo el Planeta. Tan cerca de Dios, pronto lo empecé a conceptualizar más como una conciencia, una energía y no tanto un personaje. Lo que no entendía muy bien es cómo un ángel cercano a la Luz y Amor de Dios podía pasarse el tiempo luchando contra otro Angel o manteniéndolo encerrado en el Infierno.

Por otra parte, alguna vez había oído la historia de Lucifer, Luciferus, Luzbell, la luz del alba, la luz más bella, el ángel más cercano a Dios, pero que en un acto de soberbia se rebela contra Dios, su creador, pues quiere ser igual a él, y es por ello que Él y sus seguidores son expulsados de la presencia de Dios y condenados al infierno. También había oído la expresión: “cuando el último de ellos regrese a mí, solamente entonces él, que guarda el camino de regreso desde los mismos infiernos, podrá volver también a mí”. No sé de dónde salió esa frase, pero me hizo sentir siempre a Luzbell como alguien que sacrifica su propia felicidad y estatus para venir a buscarnos a los humanos, para crear un camino hasta nosotros desde la luz que nos permita regresar al Padre-Madre Dios. Y esta noción de sacrificio tuvo también que ser sanada…

Creo que esa forma de intercambiar la naturaleza oscura-luminosa de los personajes tiene que ver con una historia que me contó una sabia anciana, Maribel, una sanadora que llegó a mi vida en mi etapa universitaria y que tenía una librería espiritual llamada Suima en Bilbao. Ella fue la primera persona que se interesó por quién era yo y a través de una sesión basada en la elección de colores y sus combinaciones me conectó con un origen atlante y con la misión de canalizar recursos materiales y conocimientos hacia la revolución espiritual y el servicio y entrega a los demás.

Ella me preguntó quién debía ser de los 12 apóstoles el que más amaba a JesuCristo… si me los imaginaba como luces, almas en el universo encontrándose para “bajar” al mundo a completar su misión, y la luz llamada Cristo iba pidiendo alguien para ser Pedro, alguien para ser Juan… alguien para ser Judas. De todas luces, cuál, sabiendo el destino que le tocaría, sabiendo que su nombre sería condenado por siempre, sería la que se presentaría para realizar la misión vestido con este personaje? Solamente la más cercana, la más consciente, la que más amara a Jesús, podría realizar una misión como esa, partiendo de la idea de que no-encarnados estamos fuera del tiempo y el espacio, conscientes del contenido de las vidas y más cerca del Amor Divino.

No me costó mucho hacer la misma analogía con Luzbell… quién sino el más cercano y amoroso Ser creado por Dios podría tomar esa Misión tan desagradable. Y cómo iba a suceder algo que no fuera creado y dictado por el propio Creador. Si el muñeco con el que juega el niño se vuelve contra él, su creador, no es por decisión propia, sino por dictado del niño que lo ha creado y sigue creando su propio juego.

Estando en la basílica de Santa María, camino de Zaragoza desde Madrid, y dedicada especialmente a Miguel, tuve una visión en la cual Miguel, estando solo (no luchando), tomaba la espada y la clavaba en su propio vientre, dividiéndose a sí mismo en dos. Miró con tristeza y resignación a su propio hermano, creado de sí mismo, siendo él mismo, y uno de los dos, da igual cuál, porque eran el mismo, se despide de la Luz creando así la explosión de luz original que “dio a luz” al universo y a toda la existencia. Y quedó la oscuridad, vacía de la Luz entregada para la Creación, y la polaridad entre Luz y Oscuridad que mantiene la Existencia. Entonces no fue una lucha, un enfrentamiento, sino un sacrificio, una inmolación voluntaria, con el fin de crear la existencia… y la lucha aparente no es sino la dinámica del yin-yan, el baile de lo masculino y lo femenino, el eterno respirar…

Es curioso que el mismo pecado atribuido a Lucifer es el pecado del hombre… la soberbia de quien se pone a sí mismo en el lugar del creador, y al hacerlo se separa de lo creado, se queda solo, y eso es el infierno. El ser humano vive en el árbol de la Vida, integrado en la Creación formando parte de ella sin separación, en consciencia de unidad, de ser Uno con ella y consigo mismo. Entonces como de la manzana, que por la forma de su semilla recuerda a la matriz, al nacimiento, y a cierta geometría sagrada. Pero se llama el “árbol de la Ciencia”, más aún “el árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”. Es decir, que come, que integra dentro de sí, la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, la capacidad de JUZGAR… en el ser humano nace la MENTE. La mente es esa parte en el desarrollo cognitivo del homo sapiens que se percibe a sí mismo como separado de la creación y que juzga la creación (lo agradable y desagradable) y a sí mismo. Esa des-unión es en sí misma la separación de Dios, de la Fuente, de la Vida, de la Unidad, es el Infierno y es la expulsión del paraíso porque el ser humano ya no puede vivir en Paz ni en Amor, solamente de manera parcial, porque en su mente juzga y se juzga.

La corriente de la Vida, como el agua que tiende a nivelarse, no puede permitir ese abismo de ilusión, de oscuridad, de no-luz, y de manera automática se crea el camino para la reintegración de la consciencia hacia la Unidad. Algunos dicen que todo es una especie de “plan divino” que crea al hombre como un experimento de la Divinidad para su autoconocimiento a través de la existencia y de la consciencia humana. También hay quien dice que en el universo, en diferentes dimensiones, hay seres o consciencias que viven en la Luz y otras en la oscuridad, pero que solamente el ser humano contiene en sí mismo esa doble naturaleza de luz y oscuridad y por tanto se convierte en un canal de transmutación, tanto en un sentido como en otro, y por tanto es Creador, porque crea luz o crea oscuridad a través de su propia experiencia de vida.

En julio de 2009 tuve una experiencia de regresión estando en Cancún de mano de una terapeuta en IDASH. Tras varia experiencias, al abrir una puerta hacia una vida, me encontré no en la Tierra, sino en órbita alrededor del planeta. Y veía una serpiente negra, y al preguntar quién era me decía que era yo, y yo no podía aceptarlo e invocaba a Miguel y le aplastaba el cuello y la contenía mientras le pedía a la terapeuta que me sacara de allí. Unas semanas más tarde tuve la oportunidad de analizar la experiencia mediante una técnica de interpretación que se basa en situarse uno mismo como cualquiera de los personajes del sueño o visión e ir expresando lo que va llegando y cómo se siente dicho personaje, aunque sea una silla fuera de lugar.

Yo tomé aquella visión como material de trabajo y me atreví a situarme a mí mismo en el personaje de la serpiente, sin saber qué tipo de catarsis o reacción extrema podría tener lugar. Sin embargo sucedió que la serpiente, llena de tristeza y amargura, le decía a Miguel: “hermano, hermano, por qué no me permites regresar al Padre? Ya comprendí, ya me arrepentí, soy el Hijo Pródigo que quiere volver al Amor del Padre, ya no soporto más esta separación”. Miguel respondía: “no, desde que tú te fuiste yo soy el preferido, ahora soy yo quien está a la derecha del Padre, tú ya elegiste, no hay marcha atrás, ahora yo soy la luz”. De pronto quien representaba la oscuridad de la mente que juzga no era Luzbel, sino Miguel, y era él quien mantenía la existencia del infierno, de la separación, porque si él no mantuviera su pie sobre el cuello de su hermano mayor, éste podría regresar y se acabaría el sufrimiento y la separación en el universo, quizá hasta la existencia se acabaría…

Entonces la visión cambió por otra que había tenido en una meditación días antes, en la que esta vez mi personaje era Miguel y se acercaba a un bloque de hielo en el que estaba atrapado un personaje con cabeza de cabra. Y me decía: “hermano, aquí estás, ahora qué vas a hacer?”. Y yo lloraba pidiendo perdón, me sentía como haberme engañado a mí mismo y haber traicionado a Dios y a mi propio hermano, haber estado en mi burbuja actuando sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, pero manteniendo así todo el sufrimiento del universo. Lloraba amargamente y con eso el hielo se derretía, hasta que liberada la cabra, se transformó en un ángel poderoso. Apareció Dios en forma de triángulo dorado, y me dijeron: “no te preocupes, Miguel, esto que has hecho estaba así escrito desde el principio, nosotros lo diseñamos así porque no había otra manera. Tenías que hacer este papel, y tenías que luchar primero y llorar después por la lucha errada…”. Entonces yo, Miguel, me sentía como víctima y traicionado por mi padre y mi hermano mayor, me habían hecho quedar como un estúpido, pero a la vez sabía que así tenía que ser. En un destello sentí, vi, supe, que víctima y verdugo son puntos de vista, que en la espiral de la conciencia cada nivel convierte a la víctima en verdugo y viceversa, que son lo mismo, fruto del juicio, y que al ACEPTAR sin juzgar se disuelven ambos y queda la pura existencia, el juego del Ser, y es maravilloso simplemente porque ES, y si no fuera así, no Sería.

Hace muy poco, abril de 2010, que en una imaginaria conversación con Miguel lo le interpelaba acerca de la lucha, que cómo puede ser que esté luchando, que eso no es propio de un Angel cercano al Amor… y me respondió que ya no está luchando –lo veía como en diálogo amoroso con Luzbel, su contraparte- y que ese “ya” no es cronológico, no hay una lucha que comienza y que se acaba, porque en la dimensión en que vive no existe el Tiempo. Sino que hay un nivel de conciencia en que yo los percibo como en una lucha o batalla, porque en mí existe esa batalla conmigo mismo. Y otro nivel de conciencia en que juzgo la lucha y me resisto. Y otro nivel en el que no hay lucha, sino solamente Ser y realizar cada uno su propia naturaleza. De manera que la representación de Miguel y Lucifer es una representación del nivel de conciencia del autor mismo, porque la energía de la polaridad existe pero es vivida de manera diferente según el creador de la imagen, de la experiencia, en cada momento.

En 2019 tuve otra visión… estaba liberando algunas entidades que se habían manifestado, y llegó la presencia del Arcángel Miguel con su espada para ayudarme destruyéndolas.. Yo le dije “Espera! Yo no lo hago así, permíteme iluminarlos para que puedan regresar a la Luz en lugar de aniquilarlas” Y me regañó! Me dijo: “observa bien”. Y me mostró su hacer como en cámara lenta… con su espada no los destruía, sino que cortaba la máscara, la envoltura de oscuridad, la pesadilla en la que estaban. Desde dentro, surgía una perla de luz que Él ponía en su corazón. El trabajo qué tú haces, yo lo hago a través de ti. Nunca ha sido mi intención destruirlos, sino destruir la ilusión, el sueño de oscuridad, en el que ellos se ven y se sienten monstruos, demonios, desde su dolor. De esta manera su esencia de luz se libera y así es como rescatamos a todos los seres, despertándolos a una realidad más grande, fuera de su pequeña burbuja de realidad, que es el infierno en el que están atrapados. Esa enseñanza perdura conmigo, y me siento acompañado por su presencia cuando uso la espada ritual para permitirles sentir a través de un cuerpo el dolor que los atrapa, hacerlo consciente para que pueda ser liberado, y el Ser pueda manifestarse en plenitud, en una Verdad trascendente…