Ponte en pie. Activa tu centro de poder (bajo vientre) tratando de elevar el tórax, restándole peso a tus piernas.
Conecta el Poder a través del enojo que permite defender tu espacio: no me convierto en los personajes que los demás proyectan sobre mí. Esa fuerza no se impone, sino que sirve para sostenerse uno mismo y poder sostener a otros.

Conecta el Amor: esa fuerza, llénala de Amor, de vínculo, deja que irradie a través de tu pecho, conviértela en compasión, sin perder tu propio centro, tu pilar interno.

Conecta tu sabiduría: deja que esa compasión se llene de entendimiento. Y SIENTE quién eres, la identidad que se manifiesta a través tuyo con un propósito de impregnar la realidad con su esencia de luz, más allá de los personajes que son tus propios niños heridos y memorias tomadas de otros, de tu sistema.

Conecta el Espíritu: siente que esa identidad forma parte de una Unidad que se manifiesta a través de todos y todo, y permítete sentir esa Presencia Divina en ti mismo y en todos.

Lleva esas sensaciones a todo tu cuerpo y todo tu ser. Recuérdala. Actívala continuamente. No dejes que se pierda, y recupérala cuantas veces sea necesario.

@Aristides Diaz – Sanación Psico-Espiritual