Espiritualidad no es evasión de la vida física, sino vivir desde nuestra esencia en lugar de vivir desde nuestras carencias.
Esto significa permanecer en nuestro centro, nuestro espacio de serenidad y observación sin juicio, e irradiar desde adentro hacia todo lo que llega a nuestra vida. Vivir desde ese darse desde adentro que genera una reciprocidad espontánea y natural.
Porque cuando perdemos el centro vivimos desde afuera, tratando de satisfacer carencias y necesidades que sentiremos la obligación de compensar, atrapados en una esclavitud del mundo.
Liberarse es vivir en el mundo siendo auténticos desde nuestra esencia.
Las terapias espirituales nos ayudan a encontrar y liberar las creencias, deudas y cargas que intentamos compensar con sacrificios, castigos y repeticiones para poder integrarlas y trascenderlas y lograr plenitud.