En primer lugar, en esta publicación no vamos a juzgar nada, sino tratar de entender las causas profundas y espirituales que faciliten sanar los comportamientos que nos hacen desdichados, tanto si el infiel es uno mismo como si es la pareja. Estamos viendo la infidelidad como un SÍNTOMA de lo que en realidad sucede, de manera que podamos agradecer el aprendizaje, independientemente de que decidamos quedarnos o no, para que no se repita el dolor.

En primer lugar, entendemos “infiel” como el que rompe el acuerdo de exclusividad sexual. Hay parejas que no tienen ese acuerdo o que incluso se dan permiso, pero todos debemos estar muy conscientes de que sí somos fieles y se trata de descubrir a qué le somos fieles (leales) en realidad, para dejar de intentar sostener acuerdos contradictorios que generan conflictos en nuestro interior, consciente o inconscientemente.

Otro aspecto importante para cada pareja es tener un entendimiento de qué está permitido y qué no dentro del acuerdo, desde cenar con una amistad, darse la mano, masajes, un largo abrazo, un besito, hablar de cuestiones íntimas… Qué es lo que se acuerda y qué es legítimo pedir a la pareja, y qué es lo que si a mí me molesta, yo debo trabajar en mi interior.

Hay muchas situaciones que no es mi pareja la que debe cambiar para mí, sino yo el que debe liberar mis miedos de rechazo, abandono, comparación, etc. Cada pareja llega a su propio acuerdo en cuanto a exclusividades, control, codependencia o posesividad. Ninguna pareja es totalmente libre para compartirlo todo con todos (el tiempo, energía y recursos son limitados, y tarde o temprano dar a uno es dar menos a otro).

Generalizando, el hombre nutre a la mujer a través de la seguridad y la sexualidad, como es obvio en la biología: el hombre entrega su esencia a la mujer, que la recibe en su interior. Y la mujer nutre al hombre emocionalmente, a través del cariño y la admiración, el reconocimiento.

Detrás de la infidelidad, casi siempre hay enojo. En el conflicto típico, el hombre no logra cumplir las expectativas que generó, y la mujer deja de admirarlo o respetarlo (el sentimiento es suficiente, aunque no se exprese). El hombre necesita ese reconocimiento, y lo busca en otras personas, además de “castigar” a su pareja con el desinterés sexual. Veamos algunas de las posibles distorsiones implícitas en el proceso:

NO VEO MIS NECESIDADES
En algún momento, por frustración, me tuve que decir “no necesito a papá/mamá”. O ellos sólo ven lo que “es mejor” pero no me preguntan qué quiero, así que deja de tener valor, no me ven en realidad. Después en mis relaciones, no soy capaz de expresar de manera armoniosa y natural mis necesidades, sino a través de la confrontación o el resentimiento. Hay expectativas inconscientes cargadas sobre el otro acerca de mis necesidades que yo mismo no reconozco. Necesito aprender a reconocer lo que sí quiero, y expresarlo, incluso lo irracional, aunque no lo exija, pero lo reconozco.

ESCAPAR DE MAMÁ/PAPÁ
A veces el amor dentro del compromiso es percibido como una obligación, como un peligro de ser atrapado del que tengo que escaparme por supervivencia. Esto no es tan sencillo como etiquetar “miedo al compromiso”. Suele pasar que (ejemplo hombre) mamá está tomando a través del niño la necesidad emocional de aprobación y cariño que ya no tiene con papá, y el niño se queda por amor, pero sintiendo rechazo, algo no está bien, y me están obligando a tomar el lugar que corresponde a papá. Posteriormente, en cada mujer veo a la mamá que me asfixiaba y me escapo de ellas como no pude hacerlo con mamá. Es necesario liberar esas memorias y acuerdos.

FIDELIDAD A UN MUERTO
En algunos casos, cuando ha habido abortos, un niño podría (inconscientemente en su psicología mágica) intentar dar un lugar en su vida a su hermana que no llegó a nacer. Esa presencia femenina en su interior puede crear la idea inconsciente de que el espacio femenino ya está ocupado, y por tanto sabotear las relaciones, a la vez que su inconsciente busca continua e inútilmente en otras mujeres a su hermana perdida. Puede ser también la mamá, la tía, la abuela… Pero hay una mujer que le hace falta, que busca, y no encuentra en nadie.
Veamos que el punto no es coleccionar conquistas, ni que ninguna sea satisfactoria para sus necesidades, sino más esencialmente “ninguna es ella”, la que falta, cuyo vacío estoy honrando sin saberlo…
También pueden existir de manera semejante compromisos o acuerdos de vidas pasadas que producen algo similar. De la misma manera aplicaría a la mujer.

NO HONRAR A LOS PADRES
A veces sucede que en una familia, los hombres han sido muy dañinos (malos tratos, abusos, abandonos) y en las mujeres de la familia existe la creencia de que el hombre es malo no merece respeto, o se le tiene miedo. Incluso si a una mujer no le ha sucedido directamente, toma la creencia de su madre, o juzga a su padre por lealtad a ella (todo puede ser inconsciente). Cuando llega una pareja, siempre se mueve una energía por debajo de cierto desprecio, de que ese hombre no puede ser bueno, o lo que yo espero, o me va a traicionar. Finalmente, el hombre va a sentir esa falta de confianza y nutrición emocional y también se va a resentir (él tiene su propio nudo emocional que resolver, claro), y su venganza inconsciente puede llevarlo a la infidelidad como un castigo o compensación por lo que siente.

Lo mismo aplicaría para la mujer, pero suele tomar la forma de creencia de que la mujer es débil o chantajista (abuso emocional), de forma que mi percepción de la mujer acaba llevando a mi pareja a una posición en que ella acaba resentida por sentirse débil y despreciada, buscando dicha nutrición en otro lugar, siendo la sexualidad un vehículo para compensar el rechazo sexual que siente en casa.