@Aristides Diaz/ Sanación Psico-Espiritual

Recibidas en ceremonia (con medicina) después de un largo proceso personal. Avanzando el texto, se proyectan más mis propias ideas que la canalización, pero sintiéndolo en profunda conexión interior.

Me veo con muchísima luz brillando por encima de muchísimas mujeres, algunas me ven mal o me tienen resentimiento. Yo digo: «mi luz las confronta, a veces me toca ser maestro moviendo sentimientos negativos aunque no sea mi intencion». Y me responden: no es así, cuando generaste todo eso, aunque seas luz, no estabas actuando desde tu luz, sino desde tus juicios y carencias, poniendo tus necesidades por delante. Desde la luz siempre encontrarás las palabras y acciones correctas que muevan sentimientos a veces negativos, pero generando entendimiento y resolución. Te conflictúan sus emociones negativas y desordenadas que proyectan sobre ti. Pero tu trabajo es ver más allá, honrar esas emociones como energías y memorias interferentes. Aceptar con amor lo que ellas están sintiendo incluso si te implica. No te defiendas, porque en la Luz no te sientes atacado. Aceptas. Ama incluso en el silencio, que sea tu presencia la que sane, no tus ideas.

No dejes que te pongan límites, o etiquetas, o identidades. Pero no a través del enojo sino a través de la templanza, la fortaleza para ser tú. Examina tus propias emociones para verificar por ti mismo si estás siendo íntegro, congruente y amoroso. Si no es así, corrige tu error. Si es así, haz lo que sientes correcto para ti. Quizá más adelante puedas ver que estabas en un error y reconocerlo. Mientras tanto honra tu propio proceso y aprendizaje dejando en ellas su propia tarea de comprenderte y apoyarte con amor. Si después de examinarlo ves que no te están reclamando desde la congruencia, haz la distancia, el espacio, desde el cariño, que les permita hacer su propio examen y correcciones. Si no lo hacen, sigue en el amor desde tu distancia (interna) y lanza mensajes comprensivos y amorosos con sus emociones e ideas. No te puedes siquiera imaginar lo qué significa ser mujer y sentir tantas cosas a la vez, todas mezcladas. Es comparable a lo que tú sientes cuando hay muchas energías interfiriendo y no percibes nada claro.

Hubo un tiempo en que necesitabas aprender a enojarte con la mujer para poner límites y recuperar tu energía. Pero tu centro no está ahí, en esa fuerza, sino en la fuerza del amor.

Me veo ahora que en lugar de brillar por encima, me jalan hasta más abajo del piso y me ahogan. Entonces me trato de liberar de ellas para subir y de nuevo todo se repite. Cuál es la solución?

No busques ser nutrido sino nutrir, desde el amor de Dios, desde la Presencia libre de intenciones. Cómo sucede en las terapias o con tus amigas, las reales. Pero siguen existiendo muchas ataduras muy viejas, muchas de otras vidas y existencias. Hiciste mucho daño intentando nutrirte y solo la Gran Madre puede hacerlo. Y solo desde el Gran Padre puedes nutrir. El hombre no puede satisfacer a una mujer, ni ella al hombre. Ni pueden satisfacerse solos tampoco. Solo cuando nutres desde el Gran Padre&Madre hay equilibrio y la energía crece sin demandas. Como en el encuentro que tuviste hoy, aunque fíjate cómo bajaba la energía cuando se desahogaban de la pareja (aunque se entiende que suceda). Se liberaron los procesos gracias a la medicina y el cariño honesto, que nos permiten manifestarnos (a los guías). Pídenos asistencia antes de tener un encuentro falto de todo el amor necesario, así podremos transmutar la energía errónea antes de que produzca daños y resistencias.

Pero no se puede manifestar al Gran PadreMadre con la pareja. La pareja genera vínculos más allá de la sexualidad. Está ahí para sanar karmas, siempre. Una relación de pareja que no remueva karmas, es superficial forzosamente. Aún así es muy válido buscar espacios de placer (congruente, es decir, que no generen nuevos karmas ni deshonestidad, que puedas exponer abiertamente sin reparos ante la Luz divina y el alma -no el cuerpo emocional- de la pareja) con la pareja y con otras personas de manera que la energía no se densifique y acabe siendo puramente karmática. En ese caso deja de ser pareja en crecimiento y pasa a ser pareja destructiva. Si ese es el caso, busca dentro de ti estar solamente presente y no responder, no actuar (sería agresión o complacencia), apegado al Gran PadreMadre en tu interior, hasta que la energía cambie. Pide nuestra asistencia.

Tenemos una debilidad, una preferencia por las parejas, porque son el germen de la evolución física. Genética. Espiritual… pero solo podemos hacernos presentes si al menos uno de los dos está conectado más allá de sí mismo respecto de la relación.

Si no puedes entender a tu pareja en algún aspecto, no lo sigas intentando a costa de malentendidos. Acepta y decide sacar tu espíritu de la pareja y regresarlo dentro de ti hasta que la energía cambie. Si no cambia, dejarán de ser pareja temporal o definitivamente. Pero (energéticamente ) no por una ruptura agresiva, sino por falta de encuentro.

Nada tan hermoso como el encuentro desde el Ser, compartir el Espíritu de Unidad que somos uniendo nuestro espíritu al de otro Ser. Eso nos ayuda a reconectar con el Gran PadreMadre desde diferentes aspectos según lo que se mueva y comparta con cada persona. La pareja es un espacio más de encuentro, que mueve luces y revela sombras. Pero después de un encuentro, una parte de nosotros se queda en el otro, y eso no es sano. Queremos. consideramos, apoyamos y amamos al otro en nuestro corazón. Pero el espíritu debe regresar a cada uno para no identificarse y cargarse del otro sin descanso. Un encuentro profundo es como una ceremonia que nos llena de la vibración del otro. La del encuentro y también de las resonancias inconscientes. No podemos permanecer en ceremonia. La ceremonia tiene un cierre y permite a cada cual hacer su propia integración. Así uno puede regresar como «uno mismo» más enriquecido que antes y no desordenado y enganchado a la energía del otro.

Es claro que necesitamos regresar a nosotros y limpiar los vínculos pasados para iniciar una nueva relación. Pero la inseguridad emocional busca ataduras que aseguren el vínculo, cuando dentro de la misma pareja también hay que regresar para reencontrarse renovados. La relación no es solo un equilibrio entre cercanía e independencia (como una tensión que sostiene la relación). También es equilibrio entre acercarse y tomar distancia (interna) cada vez, cada encuentro. Así puedo disfrutar cada vez de una nueva presencia, propia y del otro, abriéndome a las posibilidades en lugar de pretender ser el mismo y que el otro también lo sea (a veces el mismo que yo deseo, imagino o necesito, no el real).

Si me acerco con la curiosidad de descubrir quién es hoy, este minuto, el Ser que voy a encontrarme, qué nueva energía trae, qué nuevos retos internos… y descubrir también quién seré yo hoy y qué surgirá dentro de mí, sin pretender ser lo que debería, lo que se espera, lo que evita conflictos. Y en quienes somos en este instante mirar con amor la propia Luz y la del otro, mirar con compasión mi sombra y la del otro; la que surge en este preciso encuentro, y que no me define sino que es solo una parte de mí, un fragmento herido esperando ser sanado y reintegrado. No hay necesidad de engaño (casi siempre desde el autoengaño) sino dejar que suceda lo que toca y con esa actitud en poco tiempo se llega a la Unión del Espíritu, la sensación de estar en un único espacio lleno de plenitud, Alegría, libertad y autenticidad. O al desencuentro, pero mejor que prolongar el engaño.

Eso no se logra conversando; ni siquiera por el sexo (aunque puede suceder en el sexo, se origina en este otro lugar). Solo estando presentes y recibiendo al otro a través de lo que se esté compartiendo (ideas, anécdotas, juego, contacto, etc). Y sintiéndose recibidos por el otro. Sentirse mutuamente y sentirse uno mismo, más que pensar o sondear en base a lo que me puede interesar de ti, o lo que puede generarte interés en mí. No nos encontramos para lograr algo sino para Ser.

Hay parejas en unión muy profunda y sin embargo casi libres de karmas y conflictos, pero eso sucede solamente en los casos en que dos almas han acordado descansar de este trabajo por un tiempo para renovar sus memorias de cómo se siente el amor. Y habitualmente esos karmas se manifestarán en otro área de su vida con mucha más fuerza (salud, economía). En esos casos esa pareja será refugio. Es algo que todos anhelamos, pero la pareja de crecimiento genera habitualmente más evolución que los otros karmas, porque trata directamente del amor y la Unión.

También quienes han acordado en su alma no vivir la pareja por periodos largos. Esas almas tienen el propósito de recuperarse a sí mismas y buscar la Unión directamente a través del Gran PadreMadre porque traen muchas partes de sí mismos perdidas, atrapadas en otras relaciones. A veces se debe a bloqueos relacionados con el miedo al amor, a la pérdida de uno mismo o del otro, al sometimiento, compromisos inconscientes, y un largo etc que pueden ser liberados y permitir encontrar esa pareja, cuando está en nuestro destino (que depende del estado de conciencia en que habitamos)

Y también hay almas que se avientan todo a la vez! Muy perdidas, con pareja karmática y problemas graves en otras áreas… son almas con mucha prisa porque tienen que cumplir un propósito superior posteriormente ( o en otra vida) y con frecuencia se convierten en sanadores de algún tipo o sacrifican su vida por un propósito más allá de sí mismos, de su propio crecimiento. Si no fuera así, «dosificarían» sus karmas durante más vidas.

En el sentido humano una pareja requiere vincularse en 3 dimensiones: 1) pasión (deseo, placer, emoción intensa) 2) complicidad (intimidad, compatibilidad, complementariedad) y 3) proyecto de vida compartido, o al menos compatibles, que engranen).

Cada una de esas dimensiones o todas ellas pueden darse sin ser pareja espiritual (en el sentido que presentamos, ya qué hay muchas formas de entenderlo) , aunque suelen coincidir, cuando no hay esa unión de espíritus o presencias.

Y puede darse la pareja sin ninguna de ellas (en una forma platónica o simplemente porque hay circunstancias que impiden unirse en esas formas «humanas»), pero hay continuamente un encuentro profundo de almas, una comprensión de uno mismo a través del otro, un reconocimiento, una sensación de almas gemelas, y también el surgimiento de heridas de rechazo, abandono, etc. Suele ser más fácil el trabajo en estos casos porque existe siempre el espacio de regreso a uno mismo y de libertad para ser sin tantas exigencias y deberes. O bien, facilidad para dejar de encontrarse cuando no funciona.

En este sentido es casi imposible tener más de una pareja simultsneamente en el sentido «humano» sin grandes contradicciones, dolor, traición y desorden. Cada uno recibirá memorias y energías de un tercero contaminando su percepción y generando confusión. Todo eso inevitablemente llevará a karmas (memorias a ser sanadas a través de entender y sentir el dolor causado) más pesados, mucha mayor dificultad para lograr encuentros plenos (unión de presencias o espíritu) y posteriores parejas (en esta o en otras vidas) con muchísima mayor dificultad de evolución.

Aún así, la infidelidad tiene su origen en heridas psicológicas y memorias propias o adquiridas. Por tanto más allá de la culpa o el juicio habrá que hablar de responsabilidad. No la de ser fiel, sino la de sanar todo aquello que genera la pulsión (para muchos casi inevitable) hacia la búsqueda en otras personas de algo que alivie su vacío o su dolor, aunque sea inconsciente. Desde este punto de vista la infidelidad es solo el síntoma de heridas de las que hay que hacerse responsable para corregir esa dinámica dolorosísima de relación. Lo mismo con la violencia, el abuso, etc. Ambas partes necesitan sanar memorias y la represión no funcionará mucho tiempo, o se manifestará en otras dolencias.

Sin embargo, en este sentido espiritual es posible tener múltiples «pareja»,, compartiendo esos estados de Unión a través de diferentes experiencias. Seria posible que surgiera cierta energía sexual, que puede sanar muchas cosas y nutrir profundamente. Pero si se llegara a las relaciones sexuales con varias personas, o en traición a otros compromisos, se generaría el mismo desorden, heridas y karmas que explicamos anteriormente.

Por último, decir que estamos acostumbrados a definir las relaciones de pareja en sentido negativo: todo lo que no puedes compartir con nadie más porque somos pareja. En lugar de definirlas por aquello que sí compartimos, con independencia de que también otras personas puedan disfrutarlo. El límite lo define cada pareja según su grado de confianza y sus propias heridas. Así, a través de premio/castigo (material, emocional o sexual) se va definiendo si está permitido ir al cine y con quién, cenar, cariño, caricias, etc. Sería mejor poder hablarlo desde el principio honestamente, pero nos callamos nuestras necesidades para evitar ser rechazados. Y después cuando surgen llegan los resentimientos. Más frecuentemente nos engañamos y pensamos que «esta vez, con esta persona tan maravillosa, voy a poder ser lo que se espera de mí, lo que creo que quiero ser». Pero eso no es sostenible.

Entonces hay muchas parejas que no comparten casi nada, o incluso se agraden, pero ahí me quedo mientras sea solo conmigo. Y cuando uno es descubierto en infidelidad, eso sí es inaceptable y la relación se rompe… bendita entonces esa infidelidad que les mostró a cada uno de los implicados lo mal que estaban relacionándose. Ojalá entonces en lugar de culpar afirmando que «rompimos porque se lió con otro/a» pudieran reconocer que rompieron porque la relación era nefasta , y que la traición sólo fue una excusa por no atreverse a ser «el malo/a» que denunciara y se retirara de la relación porque no compartían lo suficiente, con profundidad, con confianza, con admiración y respeto mutuo, con apoyo y generosidad.

Se hubieran separado más lindamente, y quizá incluso regresado juntas renovados, si hubieran tomado responsabilidad cada uno por sus heridas y las dinámicas que generaban. A veces intentan regresar sin haber asumido cada uno lo suyo, culpando solo a uno o al otro, y sin abrirse a descubrir quién es esta persona que regresa, quien soy yo, recibiéndola cómo es y no cómo quiero/exijo/espero/fantaseo que sea, tapando sus fallas o las mías, o bien acusándolas sin compasión ni compromiso por ayudarse a sanar.

En una pareja que se relacione con honestidad y confianza, deben estar conscientes de sanar sus propias heridas en lugar de proyectarlas al otro. Está bien pedir ciertos límites o atenciones temporalmente, en lo que se va sanado eso que me dolió y me hizo reconocer mi herida (cuando en sí misma la situación no debería ser un problema).

Solo entonces podrán disfrutar de una Unión verdadera que no se define por una etiqueta (y todas las obligaciones y limitaciones que conlleva personal y socialmente) sino por lo que se comparte con cada persona que toca nuestro corazón, y que está en constante cambio, con nuevas personas que llegan y otras que se distancian, según lo que cada uno es y siente en cada momento y cada espacio. Siempre con integridad y responsabilidad por la energía y emociones que cada uno permite y genera.

Cuando la «pareja humana» es también una pareja espiritual, comprometida con la evolución de cada uno a través del otro, es inevitable que dejen de ser personas (o personajes) para manifestar el Ser de Luz que son impregnando de Amor esta realidad, participando de la creación de un Paraíso en la Tierra.

Aristides Diaz / Sanacion PsicoEspiritual (9981861641)

SESIÓN EN PAREJA:

Al llegar juntos, la sesión permite descubrir no solo las cargas que cada uno trae, sino cómo las proyectamos en la pareja. La pareja pasa a representar las carencias y cargas del propio sistema, y viceversa. Al identificarlas, se hacen evidentes las dinámicas negativas en cada relación y al liberarlas en cada uno, cambia totalmente la postura, la energía, la mirada… y cada uno puede ver al otro como es, como puede ser, y no desde las necesidades y cargas de cada uno.

Así podemos identificar y liberar bloqueos sexuales, desprecios, crueldad, sentirse atrapado, castración emocional, miedo, necesidad de esconderse, de estar a la defensiva, de herir al otro o vengarse, etc. Todas esas conductas tienen origen en el sistema o en heridas de infancia. Liberarlas es relacionarse desde una verdad trascendente y no desde las máscaras y proyecciones.