Muchas veces oímos que hemos de aceptarnos y amarnos tal como somos, en nuestras debilidades tanto como en nuestras fortalezas. Y es cierto que nuestras debilidades nos llevan a un trabajo interior y esfuerzo para conquistar ciertas cualidades que muchas veces se convierte en misión de vida…

Sin embargo, la interpretación de lo que eso significa puede ser muchas cosas.

Yo creo que «aceptar» significa que soy capaz de identificar esa parte de mi, reconocer que soy así en una parte de mi, grande o pequeña. No aceptar en el sentido de que me agrade o me de placer o la tome como positivo en si mismo o como algo que no deba cambiar, sino solamente poder decir: «sí, me identifico con ello en una parte». 

Una vez identificado lo habitual es juzgarlo -juzgarme- por ello, culparme. Para mí la salida de ello es la compasión: identificar que esa parte de mí no es real, sino la consecuencia de haberme «separado» de la unidad por un gran dolor físico, emocional o espiritual. Entonces a quién amamos, contenemos y aceptamos es a la parte de mi que necesita liberar ese dolor, porque desde el adulto presente jamás terminamos de soltar, solo desde el dolor original.

Pero es difícil que la mente normal me permita vivenciar para liberar el dolor del cual me intenta proteger. Esas memorias quedan bloqueadas o distorsionadas. Ahí es donde aparece la posibilidad de ayudar y ser ayudado: alguien que pueda ayudarme a identificar y tocar ese dolor sintiéndome seguro, dándole a esa parte de mí la contención que no tuvo.

El problema siempre es el ser fragmentado. Puede ser que yo me ame, en términos generales, pero esas partes de mí que se fragmentaron están en sombra y necesitan ser iluminadas (vistas) y contenidas. A quien amo y acepto no es a mis cualidades negativas sino a las partes de mí que están enquistadas como espinas clavadas perpetuando un dolor que genera dichas cualidades negativas.

Qué opinas?