Desde el punto de vista de las Constelaciones Familiares, toda concepción supone un nuevo miembro de la familia, aunque no llegue a nacer. Incluso cuando el embarazo es interrumpido a propósito, ese ser es un hijo de la pareja que debemos honrar, es decir, darle un lugar en nuestro corazón, reconocer que sí existe.

Más allá de las creencias respecto a la vida después de la muerte, estamos hablando de cómo nuestro cuerpo y el alma familiar registran el acontecimiento y necesitan que sea visto. A menudo la consecuencia son sustituciones, donde un hermano nacido posteriormente ocupa el lugar de no nacido (o muerto) de manera que cae en depresiones y adicciones que le impiden vivir plenamente su vida.

Es como si quisiera cederle la vida al hermano inconscientemente aunque no sepa que existió. Como si no mereciera su propia vida. A menudo hay frecuentes pensamientos de muerte, aunque no exista la intención del suicidio. También accidentes o enfermedades graves que lo acercan a su hermano en el inconsciente pensamiento mágico.

Otra consecuencia puede ser la de darle al hermano un espacio en nuestra propia vida, generando indecisiones, dobles vidas, la sensación de cargar con la vida (de otro) o en caso de un aborto de sexo contrario, la lealtad a dicho hermano(a) que impide tomar una pareja en una entrega real (aunque eso puede deberse a otras razones).

En caso de muertes en generación anterior, a veces el primer nieto toma el lugar de su tío(a) muerto, de manera que la historia familiar conspira para que el nieto sea percibido como hijo de sus abuelos. Ese cambio de lugar dificulta tomar a los padres como tales, sensación de no pertenencia, y ver a los iguales con juicios desde una actitud controladora de papá/mamá por la toma de un lugar generacionalmente anterior.

El trabajo en adultos es muy bonito al “ver” simbólicamente al familiar muerto y reconocer su lugar, que permite tomar el propio lugar y con ello llega una sensación de alivio, de ligereza y fuerza de vida.

En el caso de niños es aún mejor, porque podemos “vacunarlos” de esos síntomas con instrucciones (frases sanadoras) para liberarles de dichas cargas y facilitar la toma de la propia vida.

El trabajo también incluye liberar del cuerpo (vientre de la madre, ombligo de los hijos) las memorias corporales del dolor y/o culpa registrados para que no condicionen nuestra percepción de la realidad. Para los padres, genera un vínculo que en caso de abortos con parejas esporádicas necesitamos honrar (aceptarlo) para poder seguir adelante con nuevas relaciones y que el inconsciente no se sienta desleal a la familia que no llegó a formalizarse.